Sus primeros años
Capablanca nació en La Habana el 19 de noviembre de 1888, en el Castillo del Príncipe, una instalación militar donde su padre, José María Capablanca Fernández, era oficial del ejército español. Su madre era Matilde María Graupera Marín, una matancera de origen catalán.
Según su propio relato, Capablanca aprendió a jugar al ajedrez a los cuatro años de edad, observando a su padre jugar con amigos. Un día, sorprendió a todos al acusar a su padre de hacer una jugada ilegal con el caballo y luego lo derrotó en una partida. A los cinco años, su padre lo llevó al Club de Ajedrez de La Habana, donde nadie pudo vencerlo ni siquiera dándole ventaja de dama.
Capablanca fue un niño prodigio que mostró una asombrosa capacidad para el cálculo y la memoria. A los ocho años ya era capaz de jugar partidas a la ciega (sin ver el tablero) y a los doce años derrotó al campeón cubano Juan Corzo en un match por 4-3 con 6 tablas.
Su educación formal fue interrumpida por la guerra hispano-estadounidense de 1898, que le obligó a trasladarse con su familia a Estados Unidos. Allí continuó sus estudios en el Brooklyn Polytechnic Institute y luego en la Universidad de Columbia, donde se graduó en ingeniería química.
Hacia la cima
Capablanca comenzó su carrera internacional en 1906 participando en torneos de Estados Unidos. Fue en 1911 cuando dio el salto a Europa para jugar uno de los torneos más importantes de la época, el de San Sebastián. La insistencia de Marshall para que dejaran participar a Capablanca en San Sebastian fue clave en la llegada de Capablanca a España. En San Sebastián se enfrentó a los mejores jugadores del mundo, incluyendo al campeón mundial Emanuel Lasker. A pesar de ser el más joven y el menos conocido, Capablanca causó sensación al ganar el torneo invicto, con 6 victorias y 7 tablas.
A partir de entonces, Capablanca se convirtió en una estrella del ajedrez mundial, ganando torneos y matches con facilidad y elegancia. Su juego se caracterizaba por la claridad, la lógica y la precisión. Evitaba las complicaciones innecesarias y prefería las posiciones simples y armoniosas. Su técnica era impecable y su final era magistral.
Entre sus triunfos más
destacados están los torneos de San Petersburgo 1914 (donde compartió el primer
puesto con Lasker) y Nueva York 1927 (donde logró un perfecto 13/13).
Capablanca
también fue un gran jugador de partidas rápidas y simultáneas. El 26 de octubre
de 1901 dio su primera exhibición de simultáneas en La Habana y en 1913 lo hizo
contra 103 jugadores en Cleveland, ganando 102 partidas y empatando una. En 1918 jugó una partida rápida
contra Frank Marshall en Nueva York y a pesar de durar solo cinco minutos, es
considerada como una obra maestra del ajedrez. Su habilidad en el juego rápido
favoreció que diera muchas simultáneas en numerosas ciudades, como por ejemplo,
Londres, París o Berlín.
Campeón Mundial
Capablanca aspiraba al título mundial desde hacía años, pero Lasker se negaba a jugar con él por diversas razones. Finalmente, en 1920 Lasker renunció al título y lo reconoció como campeón mundial sin disputar un match. Sin embargo, Capablanca no aceptó esta forma de coronación y exigió jugar con Lasker para demostrar su superioridad.
El match se celebró en La Habana en 1921. Capablanca dominó el encuentro con claridad y se hizo con el título tras 4 victorias, 10 tablas y ninguna derrota. De esta forma, Capablanca se convirtió en el tercer campeón mundial de ajedrez de la historia, después de Wilhelm Steinitz y su rival del match, Emanuel Lasker.
Capablanca fue un campeón mundial indiscutido y respetado. Durante su reinado de 6 años no perdió ninguna partida hasta enfrentarse a Alexander Alekhine en 1927 en el match mundial que le llevo a perder el título.
Pérdida del título
Capablanca perdió su título mundial en 1927, ante el mismo Alekhine, que había mejorado mucho su juego y había estudiado a fondo el estilo de Capablanca. El match se jugó en Buenos Aires hasta que uno de los contendientes alcanzara seis victorias. Fue un duelo muy reñido y emocionante, que duró más de dos meses.
Capablanca empezó mal el match perdiendo la primera partida, pero con el paso del match logro ponerse por delante 2-1 en el marcador. pero luego Alekhine tomó la iniciativa ganando dos partidas seguidas. El match se alargo en el tiempo debido a las numerosas tablas que hubo. Al final, Alekhine se hizo con el título tas 6 victorias, 3 derrotras y nada menos que 25 tablas.
Capablanca quedó muy afectado tras esta derrota y pidió una revancha a Alekhine, pero este se negó a concedérsela. Capablanca nunca pudo recuperar su título, aunque siguió siendo uno de los mejores jugadores del mundo hasta su muerte.
Postcampeonato
Capablanca continuó su carrera ajedrecística después de perder el título mundial, aunque con menos intensidad. Participó en varios torneos importantes, obteniendo buenos resultados, pero sin llegar a dominar como antes. Su último gran triunfo fue el torneo de Moscú 1936, donde compartió el primer puesto con Botvinnik.
Capablanca también se dedicó a otras actividades. Fue embajador de Cuba en varios países, escribió artículos y columnas sobre ajedrez en diversos medios y publicó varios libros sobre el juego ciencia, entre ellos Fundamentos del ajedrez (1921).
Capablanca contrajo matrimonio dos veces: la primera con Gloria Simoni Betancourt en 1921, con quien tuvo tres hijos (José Raúl Jr., Gloria María y Jorge Luis), y la segunda con Olga Chagodayev Clark en 1934, una princesa rusa exiliada con la que tuvo dos hijos. Capablanca murió el 8 de marzo de 1942, a los 53 años de edad, a causa de una hemorragia cerebral que sufrió cuando se encontraba en el Club de Ajedrez de Manhattan. Sus restos fueron trasladados a La Habana y sepultados en el Cementerio de Colón.
Valoración de su carrera
Capablanca es considerado uno de los más grandes ajedrecistas de todos los tiempos, por su talento natural, su estilo elegante y su invencibilidad. Su récord de no perder ninguna partida durante ocho años es único en la historia del ajedrez. Su juego se basaba en la claridad, la lógica y la precisión.
Evitaba las complicaciones innecesarias y prefería las posiciones simples y armoniosas. Su técnica era impecable y su final era magistral. Sus partidas son un modelo de elegancia, claridad y belleza.
Capablanca influyó en muchos ajedrecistas posteriores, como Bobby Fischer, Anatoly Karpov y Magnus Carlsen, que admiraron su juego y lo tomaron como referencia. Su legado sigue vivo en el mundo del ajedrez, donde se le recuerda como uno de los más grandes genios de este arte.
Imagen: " File:Bundesarchiv Bild 102-07977, Berlin, José Raul Capablanca bei Schachturnier.jpg " de Autor desconocido con licencia CC BY-SA 3.0 .
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